y dale molino, como respuesta a todo

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Pues así, con cara de verlas pasar.

Las cosas buenas, las malas y las reguleras.

Empezando septiembre, y yo como si estuviera en mayo todavía.

Tengo cuerpo de sábado noche siempre. Por lo del poder disponer de mi tiempo, por mi abotargamiento (que sí, embarazada sí), y por esa media resaca de cuando una no ha bebido alcohol, pero no tiene la cabeza centrada.

El caso es que le estoy dando yo vueltas a un tema desde hace días, y no acabo de sacar nada el claro.

Empiezo diciendo que aunque podría escudarme en mis hormonas, pues no, no estoy ñoña porque tenga superávit. Vamos que lo de escuchar a Pablo Alborán, que no, que no es por el preñado. Gracias.

Voy al lío.

Que le estoy yo dando vueltas al tema «love, love, love«, y que me he dado cuenta que siempre que me enamoro de alguien lo hago más tipo Instagram que tipo Facebook.

Que sí, que ya sé que Facebook está obsoleto, pero creo que el rollo Zuckerberg, más ya para los de mi quinta, es algo más sincero, más puro, y más todo.

Aclaro.

Facebook tiene algo que suena a romántico.

Sí, porque para tener a alguien en la lista de Amigos (ya otro día aclaramos el concepto), ambas dos partes tienen que dar su aprobación (el amor correspondido de todos los tiempos).

Vale sí, como en todo, siempre uno de los dos da el paso, pero al final el otro, aunque viva creyendo ser el que decide, no es más que el ser pasivo de la relación.

O sea, dos no son amigos en Fb si uno no quiere, ¿sí?

El ir de cara de toda la vida, vamos.

Pero si nos vamos a Instagram, ahí ya hay gato encerrado.

Que sí, que tú puedes seguir a alguien y que ese alguien esté encantado de que le sigas, pero que puede no declararte amor eterno.

Vamos, que puede no hacer ningún gesto (que bueno, no hacer nada, es hacer todo, pero ya eso en el puerperio lo desgrano) y estar conectados.

Y ahora va mi teoría.

Que creo (creo, digo) que tiendo a enamorarme a lo Insta (en el fondo hablo como una millennial). Vamos, que lo mío es un «yo amo pero a mí me tienen cariño» de manual.

Y que a mí me molan más los Me gusta, Me encanta, Me divierte, Me asombra, Me entristece, Me enfada de Fb.

Que no me digáis que no son más «pues sí, ¿qué pasa?, que tengo sentimientos y no me da vergüenza que lo sepa el mundo».

En cambio Ig, con el triste corazón (que vale que es un corazón, pero bueno, un poco aséptico), ¿qué?.

Eso no dice nada. Llegado el caso que lo clique el susodicho, claro.

Y ya, ¿cómo te quedas?

Que vale, que igual se esperaba más de la reflexión, pero para mucho mucho no da tampoco.

En resumidas cuentas: que vivo en un stories que no termina nunca.

O igual no, que yo suelo llevar las gafas sucias, y quieras que no, veo las cosas a mi manera.

Aunque bueno, la movida es que a veces prefiero no ver las cosas.

O hacer ver que no las veo, aunque de todas formas sin haberlas visto, creo haberlo hecho (¡ojo cuidado! que la frase tiene más enjundia sabiendo que hace muchos meses que no pruebo el alcohol).
Y añado (a cafés descafeinados que voy, lo juro) que aunque hay cosas que no pasen, y haya otras que sucedan, siempre vivo la realidad que imagino (¡bum!).

Traduzco, porque tengo que entender que hay gente que sí, que puede llevar tomando cañas unas horas:

Que está bien lo que pasa, que está bien lo que no pasa, y que yo soy feliz con lo que imagino que son las cosas, o pensando como me molaría que fueran, sin más.

Y sí, supongo que alguno habrá que después de leerme crea firmemente que para tener hijos deberían hacer un examen, pero como todavía no se hace, pues que estoy salvada.

Y ya.

!Que larga vida a Facebook!

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