la que has liao pollito

lucas1

va calla, que la primera foto que me hicieron cuando nació Lucas es esta, en la que se lee claramente «ah vale que iba en serio, que he entrado con dos bolsas de viaje llenas de ropa y me dan un niño».

y así.

es una movida. no voy a hablar demasiado de la maternidad porque los que tenéis mi Instagram ya sabéis que estoy que lo flipo con mi enano.

pero algún apunte tendré que hacer, más cuando la gente ha dejado de dirigirse a mí preguntándome qué vino nuevo les recomiendo, para interesarse por cómo duerme mi hijo.

y que obsesión la gente con el dormir ajeno. y el comer. y el cagar, si me apuras.

y bueno me hace gracia que nadie diga que la maternidad es bien jodida, pero creo que pasa como con Bali, que la gente no explica que en realidad es una mierda de sitio, para que el resto pique.

y no digo que la maternity sea una mierda de estado, digo que si lo comparas con que te maten el nervio y te saquen una muela, pues claro, fifty fifty.

creo que deberíamos explicarnos los unos a los otros de qué va (véase que he hablado en masculino plural porque lo de ser inclusivo en el lenguaje tiene que ser en todos los sentidos, y que aunque la maternidad es femenina, pues digo yo que también habrá padres que puedan contar que la paternidad les ha dejado calvos).

pues eso, cosas tan sencillas como el desespero que nos entra en casa, recién llegados.

y digo yo que cuando he tenido algún novio, no me he ido a vivir con él sin conocerle tan pronto como he hecho con mi hijo. y partiendo de ahí, normal que la adaptación sea dura, más a mi edad, que ya no estoy para aguantar tonterías.

bueno eso es falso, porque no hay nada que me guste más que escuchar roncar a mi hijo. y a Dios pongo por testigo que no miento si digo que no soporto a los adultos que roncan.

empezando por el principio, diré que yo he sido una de esas no valientes que pide cesárea porque no quiere parir.

yo lo del dolor lo llevo mal. lo dejo sólo para cuando se me estropea el iphone. ahí si sufro. pero que digo que si la ciencia ha avanzado tanto, no entiendo porque el parir sigue siendo como en el siglo XIX (ni idea de como se paría, la verdad).

así que sí, a riesgo de linchamiento público, reconozco que pedí que me sacaran al niño. que bueno a ver, ya que pagué para que me lo metieran, qué menos que estar incluido que te lo saquen.

pues como cuando te haces la manicura con esmalte permanente en la china y te incluye retirar esmalte anterior. tampoco es pedir tanto.

y es que claro, cuando una lleva gafas no se puede arriesgar a estar muchas horas haciendo esfuerzos, ni sudando por las contracciones.

sólo pensar que la primera imagen que se podía llevar mi hijo fuera la de su madre con los cristales empañados, me daba dentera.

que por cierto, las gafas las compré para la ocasión claro.

es así. tengo gafas para leer, para ir a la compra, para beber, y hasta algunas para dormir. así que evidentemente, quería yo unas gafas para recibir a Lucas Eme.

y los muchachos de Carmelas (@carmelasvision) tuvieron a bien acompañarme en mi movida (las lupas de la foto son el modelo Barceloneta por cierto, que las escogí por preciosas y por tener el mar cerca el día de autos).

y ¿qué más?

ando un poco perdida.

diría muchas cosas y pocas o ninguna, sólo que la maternidad cada una la vive a su rollo, que es un poco como las dietas, que aunque las consignas son claras, cada uno la hace lo mejor que puede y los resultados pues ya son los que al universo le parecen y tal.

y bueno que me apetecería mazo seguir contando mis mierdas, pero que aquí hay alguien que quiere un biberón, y aunque molaría decirle lo de «no hay manos, no hay galletas», como ya tengo a los Servicios Sociales pisándome los talones por sacar tanto a mi hijo en las redes, prefiero no arriesgarme.

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